La esperanza. Lo último que se pierde, se suele decir. Lo único que nos queda a veces, a lo que nos aferramos con fuerza. Esperanza, doña Esperanza. Un poema del año dos mil tres.
Doña Esperanza
Y como si de un rayo se tratase,
iluminando mi humilde sesera,
apareció ante mi Doña Esperanza
y enjugó mis lágrimas, en pañuelo de encaje.
Me dijo: "no te detengas, buen hombre,
que todavía camino queda incierto por delante.
¡No desfallezcas al primer vendaval,
pues tu alma, no es de frágil cristal!".
Y como si de un héroe de medievo se tratase:
renovado mi espíritu, con fuerza indomable,
me dispuse a pelear gigantes, dragones y arañas
acabar de una vez por todas, con mis problemas.
Resurgí de mis cenizas, renovado y libre,
libre de ataduras acechantes en la oscuridad,
oscuridad que una vez cegó mi mente,
y que ahora liberada, pudo ver la verdad.
10/10/2003
hora: 19:35h
No debemos perder nunca la esperanza, aunque a veces cueste mucho mantenerla. Y así, luchando con todo lo que hiciera falta saliste hacia delante :) Me recuerdas a San Jorge con lo de luchar contra dragones. Y al final, parece que resurges como el fénix.
ResponderEliminarMuy acertado y muy bien escrito, Trovando =) Un saludo
^_^ Gracias Natalia :-) Los problemas que se nos presentan en la vida, bien podrían ser dragones y otros monstruos de otras épocas.
ResponderEliminarEsto me recuerda a un poema de Kavafis llamado "Ítaca".
Un gran saludo, y un abrazo :-)