viernes, 5 de agosto de 2011

Doña Esperanza.

La esperanza. Lo último que se pierde, se suele decir. Lo único que nos queda a veces, a lo que nos aferramos con fuerza. Esperanza, doña Esperanza. Un poema del año dos mil tres.


Doña Esperanza


Y como si de un rayo se tratase,
iluminando mi humilde sesera,
apareció ante mi Doña Esperanza
y enjugó mis lágrimas, en pañuelo de encaje.

Me dijo: "no te detengas, buen hombre,
que todavía camino queda incierto por delante.
¡No desfallezcas al primer vendaval,
pues tu alma, no es de frágil cristal!".

Y como si de un héroe de medievo se tratase:
renovado mi espíritu, con fuerza indomable,
me dispuse a pelear gigantes, dragones y arañas
acabar de una vez por todas, con mis problemas.

Resurgí de mis cenizas, renovado y libre,
libre de ataduras acechantes en la oscuridad,
oscuridad que una vez cegó mi mente,
y que ahora liberada, pudo ver la verdad.

10/10/2003
hora: 19:35h

2 comentarios:

  1. No debemos perder nunca la esperanza, aunque a veces cueste mucho mantenerla. Y así, luchando con todo lo que hiciera falta saliste hacia delante :) Me recuerdas a San Jorge con lo de luchar contra dragones. Y al final, parece que resurges como el fénix.
    Muy acertado y muy bien escrito, Trovando =) Un saludo

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  2. ^_^ Gracias Natalia :-) Los problemas que se nos presentan en la vida, bien podrían ser dragones y otros monstruos de otras épocas.

    Esto me recuerda a un poema de Kavafis llamado "Ítaca".

    Un gran saludo, y un abrazo :-)

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